Manuel García Estrada /Para Milenio/
Esta semana se discute en la Suprema Corte de Justicia de la Nación el que sea anticonstitucional la política de los estados de San Luis Potosí y Baja California respecto del aborto y la “defensa de la vida” pero más allá de ver el asunto como algo lejano a cada uno de los que no vivimos en esas entidades hay que precisar algo nuevamente, México no puede estar sometido a las voluntades y creencias emanadas del Vaticano a través de su herramienta de control cultural e ideológico que llaman fe y que es la religión católica.
Resulta vergonzoso que los políticos se agachen ante el patriarca de Occidente que manipula las mentes a través de los miedos que se deben tener a un dios que sigue sin aparecer y sin dar muestras de bondad y generosidad a los miles de niños que mueren cada año por hambre y enfermedades curables. Resulta más vergonzoso que esos pseudo representantes del pueblo sigan creyendo que la gente es tonta y que no es adulta porque siguen apostando a obtener votos quedando bien con la jerarquía católica. ¿A poco creen que los políticos y curas andan preocupados genuinamente en la supuesta defensa de la vida humana cuando ellos han estado inmiscuidos en casos de aborto? Son unos hipócritas que buscan votos y dinero, no santificar la existencia humana.
Los temas del aborto, matrimonio y adopción universales, experimentación genómica o eutanasia están en el mismo nivel de importancia que la administración de la justicia y su resultante paz verdadera, derechos a la cultura, a la educación y a la economía y deben no solo de difundirse sino impulsarse en su posibilidad como parte fundamental para el desarrollo social.
El dogma ata, somete, engaña, niega, reprime a través del despotismo, negligencia, prepotencia y mojigatería que con la herramienta del miedo y la amenaza somete a los “creyentes”. La educación y la cultura son básicos para el control de la mente humana ¿por qué creen que las religiones se preocupan por domesticar a los humanos desde pequeños? Para manejar tranquila y sutilmente sus pensamientos y que así obedezcan lo que sus jefes les manden, por ello debemos contraponer a la catequesis la educación laica y a la cultura del miedo la de la libertad.
América Latina fue sojuzgada por la corona española y por la mitra vaticana y aunque se expulsó a la monarquía aún padecemos el lastre del colonialismo económico. A la mitra jamás la sacamos del continente, sigue reinando y dominando y es ella la que interviene en la política interna de los países. Así lo hace el Vaticano al presionar a los políticos para que se castigue la libertad sexual, el derecho al aborto, a la eutanasia, para que se impida el desarrollo científico, para que les regresen los templos y colegios y puedan seguir haciendo sus negociazos sin pagar impuestos. La religión sabe que si la gente es capaz de ejercer la libertad desechará los preceptos esclavizantes que se gritan desde altares, púlpitos o salones en los templos y matará al miedo.
Hoy, cuando vemos a la Suprema Corte de Justicia de la Nación discutir sobre el aborto, nos queda claro que veremos los intereses de los jueces y la casta política más que los derechos de las mujeres libres y pensantes. Lo que no debemos olvidar es que es imposible engañar a la gente y el obedecer a Roma sólo provocará más malestar y desesperación entre los mexicanos que ya desean vivir en verdadera democracia.
Si los jueces defienden la independencia del país y a la razón seguramente viviremos un respiro social que tanto hace falta en medio de tantas injusticias, feminicidios, maltrato y segregación que padecen las mujeres.