lunes, 25 de octubre de 2010

Hay un gobierno fallido en México.

Me resisto a la idea de que México se desbarata ya que la nación no está del lado de la llamada “guerra” que existe para beneficio de la propaganda del gobierno de Felipe Calderón. Ni siquiera en la honestidad de los congresistas hay seguidores a la violenta matanza de miles de mexicanos existente. Lo único que hay son órdenes de un comandante en jefe que no tiene idea de cómo sostener un gobierno que no gobierna y que humilla a la identidad, vida, trabajo y espíritu de los que aquí vivimos.

Las cortinas de humo que antes duraban lo suficiente para que el sol de la verdad no se viera desaparecen velozmente ante la capacidad de la inteligencia de los mexicanos que ya se hartaron de tanta desinformación ofensiva que a la larga se convertía en manipulación. Hoy la verdad llega de noche, de día, entre cerezos, naranjos, pozos llenos de muertos, maíz transgénico, abandono a la educación y represión a líderes sociales ¿cómo ocultar la guerra civil triqui? ¿Cómo ocultar la ridiculez del clero que pretende esclavizar a los mexicanos al poder de Roma y la oligarquía nacional? Internet abunda en opiniones y declaraciones que se reproducen por miles en cada hora del día. Hay una opinión que está a punto de explotar en las calles porque el dolor no cabe en tuiter, facebook, cartas a diarios o a los columnistas. La voz de México no soporta la clandestinidad de la voz en la tecnología y la detonación de ideas está a punto de llenar de colores, movilizaciones o pancartas a las ciudades. México dejó de tener, finalmente, esperanza. Hoy quiere comenzar a ser y quiere actuar.

No hay Estado fallido para favorecer las almas y objetivos gringos, hay gobierno fallido porque el pueblo está en conciencia mejor que nunca. Nomás basta recorrer pueblos, rancherías, barrios, colonias para darse cuenta que este país es otro. México está maduro, es ya un joven adulto con solidez y visión, empeño y fortaleza frente a un gobierno que perdió control, rumbo, faro. El régimen de los niños Harvard amparados por el aparato burocrático de miles de mediocres y lambiscones ha llegado a su fin, dejamos de estar en el borde del abismo porque ya tocamos fondo hace poco, vamos ya de salida y no por consecuencia del fatídico tomador de decisiones de Los Pinos que por querer quedar bien con Washington y los capitales se quedó en el vacío... porque de ahí viene y le corresponde, como el polvo, volver al sitio de donde salió o de donde nunca se movió.

En las últimas semanas es muy notorio como los movimientos sociales que buscan justicia para los niños de la ABC, las tragedias de Juárez y Tijuana, los caídos triquis, los damnificados de Veracruz, homosexuales y lesbianas, SME, resistencia civil pacífica y muchas tribus urbanas confluyen en los mismos tópicos. Eso jamás había ocurrido tan velozmente y con tanta precisión, los que antes fueron llamados “nacos” o “renegados” parece que están saliendo del clóset en Monterrey y se han reproducido como podemos ver en las protestas de los chicos Tec o se fortalecen en su operatividad como ocurre en barrios de pueblos del Estado de México en donde se hartaron de que los ladrones y violadores deambulen libremente bajo el cobijo policiaco.

Hace unas semanas tuve la posibilidad de confrontar a un diputado federal por San Luis Potosí que se quejaba de los apoyos, tan bastos (sic), a Oaxaca y tan pobres para su estado, luego comenzó a explicar todos los peros que existen para no hacer el trabajo de gobierno como se debe: con calidad, eficiencia, eficacia, sensibilidad, justicia, equidad, velocidad y compromiso y dijo que no sabía lo que la gente opinaba pero que “deberíamos de entender todo lo que ocurre en el país”. Mis pelos de la cabeza comenzaron a erizarse al escuchar tantas palabras llenas de mediocridad y ruindad y cuando menos lo esperaba respiré profundo y le dije que yo como todos los mexicanos estamos hartos de gente como él y de Calderón, de todo lo que vivimos. Mi acompañante sin dar crédito a lo brutal del acto confrontativo lamentó no haber grabado todo lo que se convirtió en discurso. Cuando terminé dije al diputado: ahora no me puedes decir que no sabes el sentir del pueblo y cuando levantes tu manita y oprimas el botoncito recuerda que a tu oficina llegó ya, al menos, el sentir de alguien que sí habla con la gente que no ha le ha fallado al país... como otros.

Facebook: Manuel Garcia Estrada Twitter: @ManuelGarciaEst
Artículos de Manuel en Milenio: www.manuelgarciaestradabloggoficial.blogspot.com  

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