Manuel García Estrada
Desde siempre he pensado que las
cosas pueden mejorar, que podemos tener felicidad para todos a través de
acciones positivas entre todos.
Crecí en unos años en donde la
música que nos enseñaban en la escuela tenía aún mucho de hippie y las letras
de las canciones hablaban de esperanza, de hermandad, de flores, de sonrisas y
un planeta azul.
Mi vida se tornó al amargo dolor
de lo absurdo cuando llegué a Toluca a vivir, a los 9 años. Ahí me topé con
racistas, agachones, lamebotas y una cultura del qué dirán que yo desconocía. De
vivir entre canciones y fraternidad me encontré entre envidiosos, mediocres que
aman el protocolo y la cultura de “tu no digas nada” ante atropellos,
injusticias o incoherencias.
Hoy logro ver que gran parte de la
sociedad de Toluca está habituada al fascismo, al machismo, al patriarcado y a
la mediocridad. No se valora el mérito ni el talento sino las relaciones
sociales, el cómo trepar en la burocracia y el cómo quedar bien con gente
intelectualmente subdesarrollada pero con algo o mucho de poder.
En 1991 una estación de radio en
AM, Radio Alicia, me reconectó con mi niñez primera, nuevamente los Beatles,
Soctt Makenzie, The Mamas&The Papas, Petula Clark o los ZZ Top volvieron a
tocarme con locutores que hablaban de cine, derechos de los animales, con sufís,
lamas, la defensa de los árboles, la felicidad, el Ser. Fue cuando hasta mi
manera de vestir cambió para ponerme huaraches, camisas llenas de flores, barbas
a medio rasurar y desaté mis ideales y
sueños mientras caminaba en los pasillos del campus fascista del Tec de
Monterrey en Toluca.
La guerra en Irak me mantuvo
siempre alerta y despierto, informado, pensante y actuante. Llené el campus con
letreros a favor de la paz y di en ese año mi primer discurso público en una
manifestación en contra de Bush.
En el campus el director Roberto
Rueda evidentemente respondía a la cultura agachona, sometida, fascista de
Toluca. Rueda no apoyaba al talento, por el contrario, apoyaba a familiares a
estar en la escuela aunque fueran unos burros y borrachos. Yo me contrariaba
mucho porque además un familiar de él me molestaba y jodía cuanto podía. Afortunadamente
tenía amigos, en particular dos amigas, que entendían al mundo muy parecido a
mí, fuera de ello rara vez me sentí comprendido y aceptado por los que se
preocupaban más por los apellidos que por la valía del ser. Hoy varios de esos compañeros han madurado y
los siento más cercanos a los sueños de un país libre y feliz.
En 1994 entré a trabajar a Radio
y Televisión Mexiquense y lo que hallé fue mierda. La misma con la que me topé
cuando llegué a Toluca en 1981, ahí estaban los acomplejados y envidiosos, los
agachones y los pretensiosos. La porquería era tal que sólo toleré a esta gente
tan sumisa y venenosa unos meses y decidí irme lejos no sin antes participar
como observador electoral en el proceso electoral de aquel año en donde me tocó
ver al PRI comprar conciencias en un pueblecito cercano a Toluca, la derrota de
la izquierda también me dolió. Así pues, con el corazón acongojado decidí irme
a donde quizás encontraría a los demás hijos de Acuario.
Llegué a Toronto a finales del
invierno, me topé con una sociedad muy socialista en donde los enfermos eran
cuidados por el Estado, en donde el transporte público era del gobierno, en
donde convivían todas las etnias, las sexualidades, las religiones y mi
conciencia se expandió. Conocí el proceso de bien- estar que procura el gobierno,
la coexistencia respetuosa, no tolerante –la tolerancia es un cuento bien
contado pero sin contenido interesante en donde las princesas se sientan a
beber té con sus asesinas las brujas-. Los meses corrieron entre mil
reflexiones y cuestionamientos, charlé con palestinos, exiliados de
Bosnia-Herzegovina, Sri Lanka, griegos, españoles, chinos, japoneses, iraníes y
somalíes. Mi mundo creció y mis ansias de regresar a México se generaron. En el
Canadá encontré un mundo muy resuelto en donde no era muy útil, regresar a mi
país representaba poner todo mi empeño en el cambio a favor de todos. Y volví.
Al pisar México el viento me
llevó a la ciudad en donde nací y en donde no había crecido, ya no me era
importante estar en Toluca, la había yo rebasado por la izquierda, yo no quería
estar en una sociedad de valores fatuos y amplia mediocridad. Hoy en día cuando
viajo a ella si no fuera por un puñado de amigos no estaría en ella para
soportar policías que defienden a empleados que te maltratan en los centros
comerciales o en el cine, mucho menos para agacharme ante gente estúpida y
tonta como la gran mayoría de la estructura de trabajadores de la Universidad
Autónoma del Estado de México que somete a los estudiantes y maestros al
priísmo o para sonreírle a gente extraña que pese al calor se viste con abrigos
y chamarras gruesas mientras el sudor se nota en sus frentes pero aguantan el
clima para que no se les vea el cuerpo. Le
tienen fobia a sus propios cuerpos, es increíble. Esa cultura es, por cierto,
la de Peña Nieto.
En Córdoba encontré mucha más
libertad que en Toluca, pese a ser una ciudad mucho más pequeña la convivencia
entre mulatos, morenos, blancos e indígenas es más sana, las familias
veracruzanas están acostumbradas a tener entre sus miembros a güeros o negros
por igual, también los homosexuales son integrados más fácilmente y las mujeres
pueden ejercer su sexualidad sin tanta estupidez mental. Y eso que Córdoba es “conservadora”.
En Veracruz hallé el priísmo
fascista pero golpeado por los triunfos de la izquierda y la derecha
conservadora, había un mosaico político diverso que permitía la experimentación
de nuevas acciones y pensamientos pero lentamente la luz se fue apagando y el
retroceso llegó con el regreso del PRI.
Córdoba pasó de ser una ciudad
positiva y alegre a ser una sociedad en donde el odio y la corrupción inundaron
al palacio municipal, los espacios culturales, las empresas. De tener una
filosofía del desarrollo y el bien-estar regresó a la prensa vendida, a la
censura de las ideas. Lo detonó el PAN, hay que aclararlo, el PAN yunquista
abre la puerta al PRI porque se entienden y comprenden en un asunto
fundamental: el fascismo.
Al PRI y al PAN no les conviene
una sociedad feliz con su sexualidad, con libertad de ideas, con integración
solidaria porque eso permite a la gente crear nuevas ideas y desafiar a lo
existente y lo que existe es una cultura cerrada y oscura, paternalista y machista
en donde el agachado es más valorado que el hombre libre.
Al PRI y al PAN les conviene que
no haya reflexión porque entonces los ricos apoyan a los pobres y los pobres se
solidarizan con las clases medias y éstas de verdad se convierten en puente entre
unos y otros echando abajo a los burócratas ineficientes y corruptos.
Veracruz retrocedió 40 años,
pareciera que la democracia nos alcanzó para suspirar unos años y eso fue todo,
pero en el fondo lo que hay en realidad es una estrategia de los corruptos, de
los que rinden culto a la muerte, a lo oscuro que tiene por pies a los
mediocres.
Con medios de comunicación que
estupidizan a las personas, con educación deficiente en las escuelas sumado a
una iglesia mercantilista y pedófila y el culto por el dinero la gente comienza
a renunciar a sí misma para creer que el tener lo es todo.
La corrupción en Veracruz llegó
con Fidel Herrera que pintó todo lo que pudo de rojo, compró a panistas y
perredistas, a taxistas, meseros, periodistas, dio dinero a diestra y siniestra
facilitando la mediocre comodidad de no hacer nada para tener algo. Conducta contraria
a la cultura del trabajo, el mérito y el talento, del esfuerzo, el respeto y la
dignidad. Obviamente una sociedad bombardeada por estupideces se convierte a la
enfermedad de lo imbécil.
Fidel operó dentro de la
estrategia, los jóvenes comenzaron a sentirse importantes por conocer a los
señores de las camionetotas y los valores del PRI respecto del amiguismo y
compadrazgo aunado al tráfico de influencias prosperó. Era más importante para
un chamaco ser amigo de un narco que conseguir un trabajo respetable, pero lo
vacío tiende a romperse y cuando comenzaron los secuestros y los asesinatos los
veracruzanos se dieron cuenta de que el gran secuestro era a todos ellos. Ya no
valen nada los 20 pesos que algunos “periodistas” recibían ante la visita de
Duarte para hablar bien de él (sí, veinte pesos les daban a muchos).
Hoy Toluca y Córdoba están en
iguales circunstancias, economías deprimidas, asesinatos, robos, extorsiones,
medios de comunicación vendidos, museos abandonados, burocracia corrupta,
seguridad inexistente y desplazamiento de miles de sus habitantes hacia otros
lugares.
Toluca y Córdoba que antes eran
diferentes se parecen mucho, contaminadas, sin ley, sin comercio, sin justicia,
sin valores superiores, sin amor genuino a las artes y a las ciencias es apenas
cosa de pocos. Fui ingenuo, pensé que la felicidad era capaz de expandirse sin
esfuerzo, pensé que el amor a lo
diferente avanzaría sin esfuerzo, pero no es así.
En Córdoba me vetaron por mis ideas en donde trabajé: Grupo FM, a donde envié artículos: El Mundo de Córdoba y en Toluca Diana Mancilla la directora de Milenio Estado de México, después de escribir con dedicación y empeño casi cuatro años me vetó el periódico por cuestionar al PRI y al PAN. Lo hizo así como lo hacen los mediocres, con bandera de pendeja creyendo que podía hacerme igual que ella, se equivocó, sé perfectamente que ella prefiere agacharse y lamer botas que luchar por la república y la gente de este país.
Recuerdo como la citada “Radio Alicia” me sorprendió una mañana, a las 6:30 am, con la noticia de que salía del aire; en particular escucho en mi cabeza las palabras de la locutora de voz dulce y suave que con la música de “Aquarius” de “la Quinta Dimensión” de fondo decía, palabras más, palabras menos: las sombras siempre buscan apagar a la luz, hoy esta luz de Radio Alicia les ha alterado y hoy salimos del aire. Sin embargo el efecto de esa estación se mantuvo y expandió, es así como veo las cosas desde entonces, hoy todo se ha tornado más oscuro porque el verdadero amanecer está por llegar.
Recuerdo como la citada “Radio Alicia” me sorprendió una mañana, a las 6:30 am, con la noticia de que salía del aire; en particular escucho en mi cabeza las palabras de la locutora de voz dulce y suave que con la música de “Aquarius” de “la Quinta Dimensión” de fondo decía, palabras más, palabras menos: las sombras siempre buscan apagar a la luz, hoy esta luz de Radio Alicia les ha alterado y hoy salimos del aire. Sin embargo el efecto de esa estación se mantuvo y expandió, es así como veo las cosas desde entonces, hoy todo se ha tornado más oscuro porque el verdadero amanecer está por llegar.
Hoy es momento de arremeter y
luchar por los valores verdaderos, por el amor, la justicia, la paz, la
libertad, la democracia, la diversidad, el respeto. Nadie ha dicho que es cosa
fácil, todo lo contrario, es la fuerza de los mediocres, de los necios, los
corruptos, los sociópatas, los cleptócratas la que nos da la batalla pero
estamos muy por encima de esas mentes mercantilistas y utilitarias.
Hoy, como decían en mi clase de
canto en los 70, la respuesta está en tu corazón.
Hoy es nuestra mente y nuestra capacidad de
iluminar a los demás la que nos dará la libertad y la justicia que merecemos y
de las cuales estamos sedientes.
Hoy es solamente la firmeza de
nuestro pensamiento y las ansias y decisión de querer ser felices lo que nos
puede salvar del retroceso y la corrupción.
No pierdas más tiempo. Actúa, que
la felicidad, la paz, la justicia, el amor, la libertad, la democracia, la
fraternidad no llegan solas.
Confío plenamente en la luz de tu
mente, confío en que el espíritu de los jóvenes de los 60 y 70 nos da la
fortaleza para enfrentar al miedo y a los militantes de la nada, de la muerte,
de la oscuridad.
Confía en la fuerza del amor y
permite que tu corazón se inunde de él.
Que nuestros sueños no permitan
dormir al mal.
Yo confío y creo en la fuerza del
amor ¿tú?