Documentos al aire.
Manuel García Estrada
Gestión cultural 1.
En 1989 sin darme cuenta comencé una aventura que sigo viviendo y que me ha llevado por docenas de lugares a conocer a miles de personas que sueñan con posibilidades de tener un bien-estar capaz de hacerles sonreír todos los días.
El 23 de octubre del 89 estando en la ciudad de Toluca realicé un evento denominado “Vive les gents” en donde jazz, danza clásica, discursos en tres idiomas y música diversa mostraban al mundo policultural, posmoderno, multirracial y de respeto. Ese día comencé hacer lo que sigo realizando sin descanso: gestión cultural enfocada a la democratización y comunicación intra e intercultural.
Cada evento ha siempre estado enmarcado por los sueños que he tenido y los que he heredado directamente de los que en los ’60 no quisieron cambiar al mundo y sin embargo han modificado. Mis ideas son hijas del flower power, de la revolución sexual, del mundo multirracial, policultural, diverso, justo, pacifista y democrático. Todo ello en este mundo en donde lo que más hay es gente ignorante en el poder y que un día determinaron que todo lo que pienso se encuentra en la izquierda.
En 1996, al cumplir 24 años, comencé a trabajar como gerente-director-jefe de noticias-productor-guionista-locutor-editorialista-publirelacionista de una estación de radio, en ella realicé muchos programas y actividades masivas en donde procuré que absolutamente todo estuviera enmarcado y permeado por mis ideas, algo que había experimentado de manera muy pequeña y local en el campus del Tec de Monterrey en donde estudié y produje una campaña basada justamente en todo lo que pienso, sólo que en aquel entonces tenía yo 20 años.
La respuesta en la audiencia de la estación de radio fue impresionante, había conseguido que poblaciones opacas y sojuzgadas por el rancio abolengo sonrieran y reconfiguraran su convivencia liberándose de dogmas, ideas conservadoras y valores agrios y enfermos.
En aquel tiempo me di cuenta del enorme poder de los medios que nos dominan a favor de las ideas que riegan en nosotros los poderosos. En aquella época abrí una brecha de la cual no me he salido y he convertido en camino, en carretera, en autopista, en ruta. Fue cuando comenzó la persecución pasiva de parte de los mediocres y dueños de los capitales que se creen señores feudales con derecho a todo, sobre todo impunidad.
Después de la radio proseguí haciendo de todo y más, así pues multipliqué los jardines de arte, exposiciones, conferencias, presentaciones de libros, conciertos, festivales, encuentros y foros académicos pero como mis ideas provenientes de los 60 y las mentes libres se mantenían entonces lo que se dio también fue el veto, la censura, el bloqueo. Y sin embargo todo se sigue moviendo porque pese a que los mediocres colaboran en contra del talento o la inteligencia es la razón y el conocimiento lo que logra mostrarse y demostrarse como posibilidad seria de cambio a favor de la justicia, la democracia, la paz verdadera y la libertad.
Hoy en día me parece completamente absurdo que existan supuestos gestores culturales que no posean carga ideológica estructurada por ellos y que sea libre, cuando estoy frente a la chatarra académica, burocrática o de promotores o gestores sencillamente los veo como desechos mentales de poderosos y lamebotas.
Lo más impresionante de esta época es que docenas de mediocres que organizan actividades culturales sin contexto o desde el poder se crean hacedores de cultura, de artes, de ciencias cuando en realidad son sólo parte de la medianía imperante que en la simulación y la hipocresía dañan al desarrollo de las mentes de niños y adolescentes en todos lados.
Un gestor cultural es capaz de no sólo organizar actividades sino de programas enteros de intervención en las comunidades para su evolución y no puede ser el tontito de la escuela que sigue al pie de la letra libros sobre el tema que están escritos por gente que pertenece a los grupos del poder, que son corruptos o que copian manuales de mercadotecnia o relaciones públicas de las escuelas privadas de educación superior.
Hace tiempo compré algunos libros escritos por un tal MacGregor que se dice gestor y luz del ramo, la verdad es que lo que escribe es como para preparatorianos que aparte de ser apáticos son fatuos, después quise ingresar a maestrías de gestión cultural pero los planes de estudio que tuve en mis manos eran completamente una broma, un buen gestor no necesita título ni master, mucho menos doctorado porque es en la práctica y en la sociología y sicología en donde se puede lograr el cambio cultural en una población, repito, hacer gestión cultural para sostener la mediocridad es una aberración. Los planes de estudio sobre gestión que no son pragmáticos desde el primer día de clase son un fraude a los estudiantes.
Aplaudo a los que poseen grados académicos pero que saben operar en la calle, que saben construir con las manos vacías para llenar mentes, a los burócratas que en lugar de sentirse dioses todo poderosos son eficientes facilitadores de recursos. Aplaudo a las escuelas que basadas en la realidad preparan a jóvenes para el servicio, porque eso es lo que hay que decir contundentemente, ser gestor cultural es ser un servidor de la gente porque los gestores obtienen todo lo que se necesita para que el sueño de la gente se haga realidad. Por eso un gestor cultural siempre se convierte en gestor comunitario. Su sensibilidad y talento le hacen aprovechar al máximo sus capacidades para abarcar más que un concierto.
Los gestores culturales forjan democracia, los verdaderos no pueden estar ajenos a las injusticias ni a los atropellos, los que se someten a los poderosos para hacerse ricos simplemente podrían estar en la cultura o en la política de oficio, buscan trabajo para sostenerse pero la gestión cultural es una pasión, es la vida misma.
Reflexionando mucho sobre todo lo que la gestión es hoy debo reconocer que los gestores culturales son gente noble y a veces demasiado buena que los que se hacen llamar así y que en realidad son buitres sobre los presupuestos de gobiernos y empresas, así que yo le advierto a todos aquel que quiera dedicarse a esto que se quiten la venda de los ojos, que no sólo apoyen a todos los que deseen y crean merecedores de ello sino que por escrito hagan contratos de colaboración, de trabajo, en donde se acuerde quién hace qué y cuándo porque se toparán con muchos que querrán todo sin ser recíprocos, no tengan miramientos y que sea sólo su instinto más profundo y claro el que les haga servir sin restricciones a las comunidades alejadas y pobres, en ellas hallarán a la gente más amorosa y respetuosa que valorará su trabajo así que dediquen la mayor cantidad de esfuerzos a esos niños, jóvenes, ancianos, a esos pueblos olvidados su trabajo.