Manuel García Estrada / Milenio/
Las posibilidades de generar cosas buenas, realidades felices, depende del esfuerzo de todos pero es importante destacar que quienes ostentan un cargo público son responsables de no sólo facilitar todo lo que esté a su alcance a los ciudadanos que trabajan por sus comunidades sino que de verdad realicen acciones de cambio y apoyo.
Los funcionarios públicos, los legisladores, los jueces, el presidente o cualquier sujeto que recibe dinero del erario para su remuneración deben anteponer a sus planes lo que la gente solicite, es evidente que debe existir un orden y un procedimiento pero obviamente cuando se les olvida que comen gracias a los impuestos de la gente hay que recordárselos.
Hay diferentes tipos de trato y actitud para con la gente a la que se sirve o deben servir quienes están en el gobierno, sea en organismos centralizados como descentralizados o autónomos. Todos ellos dependen del dinero de la gente para existir.
El mediocre gusta del trato solemne, del protocolo bárbaro por su esencia wannabe, quiere que lo absurdo le haga sentir importante, ello lo practican muchos funcionarios de todos los niveles, desde las secretarias, recepcionistas, achichincles generales o los jefes burocráticos llámense diputados, senadores, secretarios, gobernadores o jueces de la suprema corte. Consiste en no recibir a la gente, en apostar al desgaste, en negar la presencia y siempre ufanarse de que no se usan palabras altisonantes para que no se diga que se maltrata al ciudadano. Esta gente mediocre abunda en gobiernos mamones y que muestran sus problemas de autoestima, se denotan cuando se pide que se escriban oficios de petición del siguiente modo:
“Ciudadano Licenciado Señor Gobernador Constitucional del estado libre y soberano de X, Don YX presente… por medio de este conducto reciba un fraternal saludo y aprovechando este medio tengo a bien el solicitarle de la manera más atenta la posibilidad de que a través de su importante cargo pueda apoyarnos en la realización del festival del día de las madres ayudándonos con el préstamo del auditorio municipal… le pedimos además de la manera más amable que nos haga el favor y honor de acompañar para que dirija usted unas palabras a todos nosotros que reconocemos su trabajo y labor en beneficio de la comunidad… quedo de usted agradeciendo de antemano, su seguro servido… XY”
Esa gente mediocre y de tradición recalcitrantemente priísta en donde había que agacharse ante el tlatoani gobernador o funcionario es un lastre para la democracia, la gente no tenemos porque pedir apoyos, favores o que nos “echen la mano”, los servidores están para servir, los legisladores para hacer leyes, discutir presupuestos y TAMBIÉN gestionar lo necesario para que la gente obtenga lo que le hace falta a través de sus impuestos solicitando su uso de manera seria y argumentada. Esa gente mediocre tiene secretarias pedorras que creen que pueden maltratar a los ciudadanos porque saben que si ellas detienen un procedimiento se chingan al solicitante, ese abuso y arbitrariedad sólo existe en una sociedad que es permisiva con la corrupción y que es agachona e indigna.
Las oficinas en donde sobran achichincles, en donde los “asesores” son realmente malos asistentes, porque no aconsejan nada porque son ignorantes y las más de las veces son chamacos egresados de escuelas que no han obtenido trabajo en otro lado, quitan espacios para personas que de verdad pueden ser útiles a los funcionarios, la construcción de la democracia también debe comenzar hasta en la manera de tratarnos todos y eso no tiene nada qué ver con la falsa moral ni con las mentes conservadoras hipócritas.
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