miércoles, 15 de febrero de 2012

El espejismo democrático

Manuel García Estrada


Los mensajes emitidos por los grupos de poder se convierten en método común de manipulación hasta que una mente más capaz de pensar y reflexionar cuestiona lo que ha aprendido, provocando y convocando con ello al cambio, por eso la importancia de liberar la información, defenderla así e impulsar un sistema educativo reflexivo que despierte las conciencias.

A finales del siglo XIX en México el viejo presidente protofascista Porfirio Díaz había instaurado al postivismo de Comte como la norma del pensamiento y la educación. Esa corriente filosófica fue la que logró el desafío al régimen al ser utilizado en su contra, por eso hoy no es de admirarse que haya millones de personas que ante el neoliberalismo y la globalidad retomen los localismos, regionalismos, nacionalismos y desafíen al gobierno financiero mundial con mensajes universales que se puedan aplicar en cada comunidad aunque sea de diferente cultura al de quien ha generado y emitido el pensamiento.

No podemos entender al grupo de hackers libertos Anonymous si no comprendemos que son resultado también de la globalización, por eso son tan contundentes en sus reivindicaciones sociales, políticas, culturales y económicas porque al tener activistas en todo el planeta su espectro de operación se multiplica exponencialmente mediante el uso no sólo de la tecnología sino de la creatividad desbordante que proviene de todos los rincones de la Tierra; lo que no se le ocurre a un belga se le ocurre a un argentino, chino, mexicano o inglés, así de simple.

La globalización neoliberal goza de actos despóticos discrecionales ya que busca la libertad de los mercados pero veta la libertad de las mentes, culturas y los derechos humanos. Es una ideología y dictadura financiera apta para dinosaurios pero no para humanos. El pensamiento único, tremendamente derechista, no busca que la educación forme personas sino que genere sujetos capacitados para oprimir botones de máquinas de cobranza, ordenadores, es decir, que no desarrollen su inteligencia. Se jactan de ese absurdo sistema de fabricación de zombies los “expertos” en administración o “comunicación corporativa” que han sido capaces de hacer hasta “tumba burros” que son manuales operativos en donde se le dice al empleado cómo saludar, cómo vender, cómo cobrar y cómo decirle adiós a los clientes sin siquiera pensar en la posibilidad humana de afecto, respeto y civismo que se puede generar al darle servicio a otra personas de manera frecuente. Han sistematizado el trabajo para que no haya criterio ni toma de decisiones basadas en el análisis de las circunstancias.

Es obvio que si “dios no quiere inteligentes sino obedientes”, como dice la frase popular en internet, mucho menos querrá comunidades críticas que desafíen al clero, a los políticos corruptos, a los maestros sin ética e inmorales. Ese dios manipulado desde su invención por un grupo de personas que son sus dueños y que sólo desean poseer la mayor cantidad de objetos, aún no sabemos por qué ya que al morir todo se acaba, son los oligarcas.

En México son sólo ocho los que definen al mercado, los que deciden si el PIB se incrementa o no, si hay democracia o no, esos son los señalados por la izquierda como evasores de impuestos y son los que temen que un gobierno de corte social con amplio respaldo popular los ponga en orden, ellos son el verdadero enemigo a vencer en la elección de este año porque para ellos es igual Vázquez Mota que Peña Nieto, a los dos los dominan y manejan a su antojo y para muestra un botón: 70 años de PRI y 12 del PAN no han mejorado la manera de vivir de la mayoría de los mexicanos.

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