Manuel García Estrada
La princesa entendió que era fea y que nadie la quería, que le huían, que nadie quería escucharla y eso le dolió porque su papá siempre le dijo que ella sería un día la reina. Hoy la princesa llora porque hasta la bruja más mala de todo el reino también se ha ido con dos calabazas secas a hechizar a otras ovejas.
Los diarios del reino informan día a día de cosas que son cuentos vacíos con magia inexistente en donde quieren hacer creer que la princesa será coronada y es que el lobo del castillo oscuro aúlla bajo el efecto de brebajes que lo han hecho un zombie.
¿Será acaso que el príncipe del pueblo miserable e ignorante sea coronado? Le preguntó la princesa a su espejo mágico. No, le respondió el objeto endemoniado, el príncipe es como tú, una gran mentira, un gran engaño. ¿Qué pasará con el reino y con los señores que están muy enseñorados? Cuestionó la muchacha. Pasará que sus fiestas las pagarán con su dinero.
La princesa enloquecía ante la realidad que el espejo le decía. Una noche estando sola en su habitación apareció un sapo que hablaba: princesa fea, ya no llores, es mejor que no seas reina porque a las reinas que ofenden a su pueblo siempre les acaban cortando la cabeza. La joven enrojecida preguntó al sapo ¿y qué será del príncipe? Descuida princesa, no te preocupes por él, es mejor que comprendas que este es tiempo de plebeyos, la gobernará la gente por derecho.
@ManuelGarciaES en Twitter
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