lunes, 26 de marzo de 2012

Mercaderes en el templo de hoy.


Escritor invitado.

Cording Adam

            El templo de Jerusalén que se menciona en los evangelios era una reconstrucción del que habían destruido los babilonios en su conquista de la tierra de Israel siglos atrás. De acuerdo con la tradición evangélica llevaba muchos años en construcción y es el pretexto que causó la muerte a Jesús, ya que su movimiento libertario podría influir en que Roma quitara el privilegio del culto al dios judío..
            Según el evangelio de Juan (Jn 2, 13-25) el arrebato de Jesús tiene como finalidad purificar el Templo. Se da en el contexto de la fiesta pascual, lo que implicaba mucha gente en Jerusalén en esos días. Si bien le molesta el uso del templo como mercado, también es cierto que eso impresiona a la gente y le siguen.
            El dinero común que circulaba por las calles del imperio tenía el rostro del César, por lo que al entrar al templo se podía incurrir en falta contra el segundo mandamiento, que prohibe la adoración de imágenes. Por esta razón, se cambiaba por dinero del templo con el cual se podían adquirir los animales que se necesitaran y se pudieran comprar según la capacidad económica expresada en el Levítico.
            Según los estudiosos, el evangelio de Juan fue escrito entre los años 90 y 110 de nuestra era. Eso implica que después de casi 1900 años se siguen repitiendo los mismos esquemas. Teniendo así la necesidad de otros hombres y mujeres que expulsen y purifiquen los templos.
            Sabemos que el pensamiento religioso genera una cosmogonía fantástica en la que se pretenden explicar las realidades humanas y universales a partir de dioses, semidioses, anti-dioses y lugares sagrados, de premio, purificación o castigo. Este pensamiento se condensa en lo que llamamos religiones y se cristaliza en organizaciones como iglesias, mezquitas, sinagogas, pagodas o monasterios. Así se da la institucionalización de una lectura de las realidades que se asume custodia no sólo de progresos interdimensionales alimentados por los ritos y el aprendizaje de mitos, sino también la exigencia de un tipo de moralidad.
            En nuestros días, especialmente en lo que llamamos “mundo occidental”, la Iglesia Católica Romana tiene gran influencia en las decisiones que toman sus adeptos. Es de notar que mantiene un control mundial paralelo a todos los gobiernos de la tierra. Tiene su propia división geográfica (diócesis), con gobernadores propios (obispos) y administradores regionales específicos (párrocos). A través de ellos ejerce el control de las conciencias con una sutil manera de proclamar el libre albedrío a partir de la sujeción a las normas de la divinidad supuestamente revelada en la Biblia.
            Así como en el sistema del templo de Jerusalén sólo era válido el sacrificio de los animales que eran adquiridos con las monedas oficiales, la Iglesia Católica Romana manipula en sus fieles la idea de que sólo ella es medio de la supuesta salvación ofrecida en Jesucristo. Así, la gente para salvarse, necesita morir en “gracia”. “Gracia” que sólo es administrada a través de los sacramentos, que sólo pueden administrar los sacerdotes, y el bautismo en circunstancias muy especiales por algún laico.
            Se vende así la idea de una salvación futura, es decir, de ingreso a la realidad que el Cristianismo denomina “Cielo”, si se siguen las reglas de la Iglesia.
            La humanidad ha progresado en sus interpretaciones del mundo. Y los sentimientos de bondad, paz, amor y justicia han sido releídos de diferentes formas. Cuando el pensamiento era primordialmente religioso, estas situaciones de armonía social supuestamente eran fruto de la relación con las divinidades. Ahora, sabemos que son fruto de la educación, del progreso propio de la raza humana y de una opción valoral que está cimentada en la reflexión y en el sentido de supervivencia. Si no somos solidarios, pereceremos como raza. No por castigo divino, sino por consecuencia de los actos de unos cuantos que por sus egoísmos causan la pobreza y muerte de otros.
            Coexisten las diferentes visiones del mundo. Válidas para quienes las exponen. ¿Qué es lo fundamental y qué es lo accesorio? ¿Qué merece realmente la inversión del tiempo en la discusión y qué el diálogo? La historia sepultará los templos, los estadios, los laboratorios y las bibliotecas actuales. Se resignificarán los mitos y los descubrimientos científicos servirán de base para el progreso. Y aunque no hay algo nuevo bajo el sol, podemos hoy ser parte de una transformación y de un despertar verdadero como sociedad y como especie.

1 comentario:

  1. Cuando vi a los fanáticos desparramarse por las calles ante la visita de Joseph Aloisius Ratzinger en la televisión alcahueta pensé: ¿cómo hacerles ver que este pelao no viene sino a legitimarse y es que se han reunido espurio con espurio. Ya saben que en México tienen a su bola de ignorantes prestos a dejarse manipular, ¡es tan fácil! Que me causa desesperanza. Cording Adam ha expuesto “la Iglesia Católica Romana tiene gran influencia en las decisiones que toman sus adeptos”, yo diría: toda la influencia. Desafortunadamente la Iglesia conoce muchos trucos para domesticar a la gente, si no le apuramos con el nivel académico y cultural de las nuevas generaciones nos van a seguir comiendo el mandado.

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