Parte I
La democracia en México tiene por enemigo claro a los oligarcas, a los que con sus millones tienen las acciones del modelo de gobierno impulsado desde Washington. Para esa bola de ricos sujetos, empresarios y políticos, que aprovechan los cargos para comprar hectáreas de tierra, darse permisos de construcción y erigir edificios, esos que a fuerza se meten en las industrias emergentes como socios, nos hacen daño.
Los empresarios y políticos millonarios impulsan una cultura de división en el país en donde los demócratas son señalados como enemigos múltiples ya que son “incontrolables”. A los demócratas no los pueden encasillar y pelean duramente por la libertad y ven al gobierno como una genuina institución que debe servirnos a todos. Los descerebrados creen que sólo debe existir el gobierno para favorecerles a ellos.
Los descerebrados son los que si te vistes con una camisa azul eres panista, roja del PRI o amarilla del PRD, creen que el mundo se basa en sus estúpidas conclusiones partidistas, su visión del mundo es tan reducida que creen que México se basa en la grilla baja y baratera de pelea entre simios de partidos políticos. Son hordas salvajes comparables a los que festejan en El Ángel el triunfo de fútbol de la selección nacional, seres que se rayan la cara y obedecen un televisor, sujetos que gritan y se humillan públicamente por una seudo felicidad, muy efímera por cierto.
Los descerebrados castigan a los que hablan con todos los niveles de gobierno, vetan a los que se entienden con diferentes grupos culturales, religiosos, políticos o sexuales. Todo lo condenan y todo lo persiguen para censurar. Se desesperan cuando son rebasados por el talento o el servicio genuino a los demás.
Los descerebrados pueden ser maestros, diputados, senadores, gobernadores, dueños de empresas, locutores de radio, conductores de tv, sacerdotes o periodistas. Sus universos apenas responden a lo básico de los humanos: la comida, el sexo y la violencia. Por esa clase de seres México no avanza.
Hace unas semanas reflexionaba sobre los grupos juveniles de los partidos políticos y da asco ver a muchos jóvenes creyendo que la política es ganar para chingar al otro, no saben ni de plataformas políticas ni de ideologías, sólo de ganar por ganar para ver qué sacan de un triunfo de un candidato bofo, la culpa es del Estado per sé. Nos queda claro que el futuro no se puede ver con la nuca.
El Estado mexicano ha dejado a la educación bajo las órdenes de los extranjeros con la capataz del campo de concentración educativo nacional en donde se aniquila a la razón y el pensamiento: Elba Esther, responsable de fraudes, de tráfico de influencias, pero que es atendida bien por los que reciben de ella favores y millones de pesos en los cargos que ocupan, es una vergüenza.
La educación de millones de jóvenes que creen que es divertido el meterse tachas y quemar mota mientras atiborran gimasios para que el fin de semana salgan al desmadre de los antros para alcoholizarse e incrementar la promiscuidad que vacía las almas es responsable absolutamente del gobierno de México ya que el Estado reposa en él al futuro de la nación, ahí, en ese desastre están las cadenas de Tv abierta que imposibilitan la participación de canales responsables de señal restringida y siguen ofertando mensajes ruines de telenovelas, conductores ignorantes de cuerpos semi desnudos y permisividad total como lo “natural” mientras las escuelas con calidad paupérrima vetan a los maestros preparados y leídos, de todo eso en el Congreso sólo mutis porque muchos diputados son resultado de lo mismo y practican las mismas absurdeces.
Parte II
Y me tocó verlos en plena acción, creen que vestidos del mismo color y diciendo mentiras se puede cambiar a un país. Cierto es que “la culpa no es del marrano sino de quien le dá el maíz” como dice un amigo argentino, cierto porque para que haya mentiras deben existir quien la diga y quien la quiera creer. Los descerebrados gustan de que les mientan.
Una ocasión visitando una escuela primaria pública me encontré con la dificultad de que no existía un espacio para biblioteca y los “rincones de lectura” eran una tristeza por la inseguridad y falta de higiene y orden para los libros, minutos más tarde entendería el porqué de esa situación. Al llegar a un aula en el último piso encontré que no había más que cables tirados y ya. Cuestioné a la directora que qué pasaba con ese espacio que bien podía servir para una biblioteca y respondió que era el salón “multimedia”, enseguida le pregunté qué en donde estaban las computadoras, la conexión a internet y alguna pantalla y me dijo que se la habían pedido al anterior candidato a la alcaldía pero que no les cumplió. ¿Qué piensa hacer maestra? Le dije y ella contestó: todo s elo vamos a pedir al nuevo candidato. Con esa cabeza me quedó claro que simplemente una descerebrada.
Hay quienes se han escandalizado un poco del apodo que le instalo con este artículo a los habitantes de México que no piensan pero me parece que es más elegante que denominarlos como se merecen y a mi modo de ver ese cuento de que hay que tenerles lástima al estilo cristiano me parece degradante porque nadie merece nuestra lástima y en todo lo que ocurre en nuestro país menos. Da coraje, enojo, malestar y rabia. Ya basta de acariciarle la cabeza a los que no desean un desarrollo, a ellos con frijoles y un pan duro los tienen los neoliberales votando por ellos, debieran ir a prisión y debieran perder el derecho al voto. Una democracia no funciona con masas ignorantes que acaban convirtiéndola en la dictadura de los tontos.
Hay un punto en donde sí tenemos que deternos y es en los millones que desean un cambio pero que no saben qué hacer. Con ellos la historia es diferente porque al que quiere transformar hay que enseñarle el cómo y a los que saben cómo cambiar al país y no quieren debemos obligarlos a través de la participación ciudadana. Hay que exigir, hay que presionar con fuerza y determinación.
Los mexicanos que hartos están de lo que vive este país nada más necesitan organizarse, es todo. Su fuerza reside en la posibilidad de creer en sí mismos para que sus sueños se hagan realidad. No depende de la virgen o de dios ya que esos mitos son ello, mitos, no existen, son más atole con el dedo para sacar dinero para los que con ese oro construyan templos, sus residencias, viajen y se compren autos o sean accionistas de innumerables negocios.
Para comenzar a dejar de lado a los descerebrados no podemos ser compasivos porque los que manipulan a las masas ignorantes no tienen compasión y utilizan la falsa caridad cristiana para hacer que todos tengan culpas y sean sometidos por “pecadores”. A los malos de México no les importa si come o no la gente, no les importa si las escuelas son de calidad o no, todo lo ven conforme a sus intereses, por ello instalando el pensamiento de que hay que ejercer la justicia podremos ver el genuino nacimiento de México.
La independencia del país se logrará cuando los descerebrados, que son unos consumidores mercantilistas, dejen de ser la fuerza masiva de los medianos. Ese día el Vaticano se irá a Roma y las trasnacionales serán sometidas a los intereses del pueblo. Mientras eso no ocurra la fiesta del Bicentenario es la fiesta de los que no piensan, no reflexionan y desconocen su pasado padeciendo la esclavitud de no tener identidad y con ello nos hacen vivir la tragedia de las pésimes decisiones seudo democráticas.