(Artículo de noviembre del 2009, Milenio)
Ayer 9 de noviembre se conmemoró y festejó el aniversario 20 de la caída del muro de Berlín. Fecha histórica del triunfo democrático sobre el totalitarismo.
Cuando Berlín fue ocupada tras la derrota de la guerra mundial la ciudad fue arrasada como todo Alemania. Los “aliados” tomaron lo que quisieron incluyendo la vida de hombres o el cuerpo de las mujeres. Humillaron cuanto pudieron a los vencidos y les condenaron a pagar sendas indeminizaciones a judíos, ingleses, etc.
De 1945 a 1989 Alemania fue un país señalado, violentado, fragmentado. Desde que el pueblo alemán perdió en lugar de quejarse se pusieron a trabajar fuertemente. Hoy en día esa nación es la principal exportadora del mundo, una de las economías más saneadas del planeta y el legendario sueño de que Berlín fuera la capital europea se ha cumplido de cierta manera.
Alemania no sólo fue destruída en el principio de los 40, ya había padecido los estragos de la derrota en la primera guerra mundial. ¿Qué es lo que los alemanes tienen para que en vez de quejarse y lloriquear se hayan convertido en uno de los países más poderosos del orbe de nueva cuenta?
Este artículo no versa de los alemanes sino del cuestionamiento de ¿por qué los mexicanos pese a no vivir todas esas desgracias sigue siendo un país con miserables, subdesarrollo, dependencia? Algunos atontados ciudadanos aseguran que si México fuera destruído como Alemania seguramente renacería cual ave fénix.
¿Realmente México necesita ser tirado entre cenizas para ser mejor? ¿No es mejor construir sobre existencias, infraestructura y posibilidades? ¿Por qué los mexicans se dedican aún a lamentarse de la Conquista que ocurrió hace más de 500 años? Imaginen un momento a los alemanes echándole la culpa de todo a un sujeto o a unas naciones y llenar las plazas para huevonear embajadas o quemar banderas.
Los mexicans cada 12 de octubre lanzan contra Colón mentadas, lloriqueos en lugar de ponerse a trabajar. Se quieren sentir muy poderosos o útiles en puestitos de gobierno o empresa privada. Tienen un profundo problema de autoestima y ellos nunca tienen la culpa de nada, hacen esperar a la gente por horas, piden oficios con protocolo lleno de barbarismo y se aterran si alguien les exige que hacen lo que tienen que hacer.
En nuestro país se pierde mucho tiempo para entender de dónde venimos y cuando se habla del futuro siempre se hace diciendo que esperamos que algo ocurra. Ya no es problema el qué sino el cuándo.
Estamos por cumplir 200 años de una inexistente independencia, 100 años de una muy pobre revolución que no llegó a su culminación y en todos estos años naciones como Alemania han sido arrasadas y se han vuelto a levantar y se han colocado en los lugares principales del banquete internacional de países. ¿Qué pasa?
Basta ya de discursos que suenan a oraciones en templos con la esperanza de mejora ¿Cuándo entenderemos los mexicanos que lo que viene depende sólo y exclusivamente de nosotros? Somos los creadores y constructores del país, no hay virgencita o rayo del cielo que propicie nuestro desarrollo, si eso fuera cierto sencillamente el milagrito no se hace de mala fe de parte de quienes tendrían que salvarnos. Lo entenderemos el día en que dejemos de esperar y comencemos a forjar un país.
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