El poder de la casta apátrida se acaba, se extingue por fin la raza de lagartijas y ratones que pensando solo en dinero han liquidado todo aquello que creen de su propiedad. Se van muriendo y patalean incluso clamando que aquellos que son sus amos ocupen tierras y ciudades para cuidarles el feudo.
La gran división forjada entre surcos y veredas se les viene ahora volcando en su contra porque si antes los más tenían una mínima oposición ridícula ahora son esos opositores los que ejercen el poder de las opiniones rebasando incluso a los medios que pecan de omisión.
El divisionismo siempre ha sido el gran factor de debacle nacional porque siempre hay visiones cortas, egoísmos amplios y envidias combativas que están llenas de miedo que se basan en espíritus enanos que solo acumulan rencor y cizaña.
Hay caciques de cámaras, partidos y hasta de las “voces sociales”, les encanta apatronar espacios, cargos o movimientos porque así pueden comercializar derechos, oportunidades y obligaciones. Los caciques, los tlatoanis, existen por tradición milenario de pueblos agachados que “desdendenantes” de que llegaran los güeros no levantaban ni un dedo para pensar en sus derechos. En esta gran comarca se respira el mismo aire de los que no pensaban más que en obedecer. Hubo quienes no querían que les mandaran los señores del gran lago pero dentro de las aldeas ni una sola idea de libertad o democracia nació entre los maizales.
Los amos de la división son los ladinos, los que por su autoestima baja, su mediocridad, su mendicidad y poco precio se arrojan a los pies de quien les promete migajas para salir, más o menos, de sus menesterosas y patéticas existencias porque viven en la matrix que dice desde el monitor o la pantalla grande que los guapos son los güeros, que las bellas son las flacas, que los lindos son los altos y que un coche te hace ser feliz. Los ladinos han comprado las mentiras y pagan con sumisión y esclavismo la factura. Se creen menos y acaban siendo menos aplaudiendo con ánimo a quienes cantan en cerrito ajeno a toda razón el 12 de diciembre.
Los ladinos son lo más bajo de la sociedad de esta nación, son los que en cualquier ladrillo se marean y se sienten dueños del cosmos en un cargo de tres o seis años, son quienes obstaculizan el talento y venden los sueños de los mexicanos a cambio de monedas, billetes o cualquier cosa que al morir no se llevarán. Los ladinos son los traidores a su propio pueblo.
La contraparte de estas hordas de salvajes jabalíes que inundan sindicatos, partidos, escuelas, oficinas y hasta calles para defender artistuchos que hasta parecen pagados para jugar el juego del poder son los pensantes que a pesar de que no son millones son muy capaces y sobre todo astutos y audaces.
La tragedia nacional, el gobierno fallido, han comenzado a unir a los pensantes en contra de los que orquestan los grandes robos, desvíos, matanzas, despilfarro, actos de impunidad y entreguismo a los extranjeros. Twitter da cuenta de ello y en otras redes sociales se viven escaramuzas y batallas cibernéticas en donde ganan los que tienen argumentos, background, inteligencia, capacidad de comunicación y enfoque racionalista. Los primeros perdedores de los ciber debates sociales son los hijos de todas las derechas y dioses que apestan a muerto desde hace mucho, han caído personajes de toda clase y se llenan de ira seudo empresarios que apoyan al medio ambiente mientras desbaratan montañas en todo el mundo para construir emporios y ganar dinero destruyendo ecosistemas y empobreciendo a campesinos.
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