martes, 29 de noviembre de 2011

Más allá de la izquierda.


Manuel García Estrada

Si ser de izquierda es ser un desafiante al poder de las empresas y de los bancos SOY de izquierda, si ser de izquierda es creer y querer que todas las comunidades estén integradas por la tecnología e intercambien sus culturas sin segregación, racismo u odio SOY de izquierda, si ser de izquierda es acabar con la idea de mitos, dogmas, religiones que manipulan y violan para abusar y hacer negocios SOY de izquierda.

Si ser de izquierda es defender al pobre, al homosexual, al maltratado, al vejado, al abusado SOY de izquierda, si ser de izquierda es exigir elecciones libres y limpias, democracia directa y participativa en donde haya revocación de mandato, plebiscito, referéndum SOY de izquierda; si ser de izquierda es luchar y hacer valer los derechos de las mujeres a decidir sobre su cuerpo y evitarles la violencia del macho SOY de izquierda; si ser de izquierda es no creer en los totalitarios del mundo sean reyes, dictadores disfrazados de neoliberalismo o marxismo SOY de izquierda.

Si ser de izquierda es sentir asco por las limosnas cuando lo que necesitamos es justicia SOY de izquierda; si ser de izquierda es creer en el amor, en la libertad, en el desarrollo sustentable, en la educación pública, laica, gratuita y obligatoria SOY de izquierda; si ser de izquierda es desafiar al orden establecido que está hecho para favorecer a los ricos y poderosos SOY de izquierda; si ser de izquierda es soñar con una atmósfera limpia y sana, es dejar de creer en la supremacía del petróleo SOY de izquierda; si ser de izquierda es defender los derechos de los animales, sentir náuseas por la tauromaquia absurda y enferma SOY de izquierda.

Si ser de izquierda es creer que los medios de comunicación deben estar al servicio de la educación y la inteligencia SOY de izquierda; si ser de izquierda es creer que los libros, que leer, son armas para despertar y crear nuevos mundos SOY de izquierda; si ser de izquierda es creer en el comercio justo, en el mercado regulado, el detener la usura y el ajiotismo SOY de izquierda; si ser de izquierda es detestar al violento, al asesino, al mercenario, al que tiene por máximo dios al dinero SOY de izquierda y si ser todo lo anterior significa que ya estoy más allá de la izquierda eso quiere decir que no sólo soy militante de ideas de justicia, paz, libertad, democracia y amor sino que soy, en pleno siglo XXI, 


UN INDIGNADO.

3 comentarios:

  1. Hay una pregunta que es fundamental formularse a la hora de adoptar una postura política que pretende no ubicarse en la derecha ni en la izquierda: ¿puede la derecha impulsar un proyecto democratizador, incluyente, equitativo, justo que signifique una salida del atraso y rompa las cadenas de la dependencia? Si la respuesta es afirmativa, entonces no es preciso definirse de izquierda para luchar por la democracia, la justicia, la equidad y la preservación de nuestro hábitat natural. Sin embargo, son tan evidentes, aunque no tan obvias para algunos, las responsabilidades de los grupos económicos dominantes, que la sola duda parecería un intento de exculpación.

    De manera que la lógica “no soy de derecha”, pero “tampoco soy de izquierda” sólo tiene una solución posible: “soy de centro” y más vale asumirla en cuanto tal. Lo que no es razonable es la pretensión de querer hacer desaparecer la diferencia izquierda-derecha en aras de no optar. Peor aún, desde una postura “progresista” no se puede no ser antiderechista, puesto que ello supondría una postura sinuosa ante el neoliberalismo, aun cuando pudieran deprimirnos genuinamente sus implicaciones y consecuencias en el tejido social, el bienestar; supondría que no se repudia a quienes suprimen en los hechos el ejercicio efectivo de los derechos humanos, aunque se milite en la defensa de los principios en los que se sustentan las libertades democráticas, o a los que discriminan en la práctica, aunque se declare rechazar toda forma de exclusión. No rechazar a la derecha supone que luchar contra el capital transnacional no se asume como obligación moral, aunque alarmaran los estragos que provocan en el medio ambiente “determinadas prácticas empresariales” o el daño que causan la especulación o males endémicos como la esclavitud, el tráfico de personas, armas y drogas, la corrupción y la tortura, obviándose el papel de estas atrocidades en la generación de ganancias y la acumulación de capital. Se trata al capitalismo como si fuera ajeno a sus excrecencias o como si no tuviera relación con el auge y empoderamiento de las mafias internacionales. Se podría argumentar que las poderosas mafias rusas emergieron en el agonizante “socialismo real”, pero no se puede perder de vista que la regla sería que las civilizaciones o los sistemas decadentes se pudren cuando no se transforman. Esto es exactamente lo que vive el capitalismo del siglo XXI temprano, por lo tanto, el anticapitalismo no sólo es legítimo sino necesario para imaginar y construir alternativas.

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  2. Es lo que yo opino, pero suena interesante todo lo publicado

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  3. Necesitamos que a quien le otorguemos nuestra confianza, tenga empatia.. si tiene corazon y empatia, nadie, ningun ciudadano podra quedarse en la cuneta.. con estos valores en los politicos las palabras derecha e izquierda perderan su significado. Cuantos de estos hombres tenemos hoy dentro?

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