Manuel García Estrada
@ManuelGarciaES en Twitter
Me gusta la ciudad de México por la infinita gama de posibilidades que tiene su población para reflexionar, pensar, reír y soñar. En esta ciudad en ocasiones es posible mezclar varias experiencias para convertirlas en una sola como pasó hace unos días cuando nuevamente usando una bicicleta de “Ecobici” fui de la Condesa a la Zona Rosa para ir al teatro a ver algo que según muchos es comedia y ya. Sinceramente nunca me creí el cuento ese de la crítica menor porque cuando el autor y actor del mismo performance lo presentó hace tiempo diciendo que hablaría de su familia yo supe que ahí había más que una risa fácilmente obtenida y que habría un trabajo pensado y cuidado capaz de sacar carcajadas y sonrisas con reflexiones y proyecciones del auditorio.
Ya en el teatro la voz de segunda llamada precedió a una telonera comediante nueva, fresca, que cuando la vi honestamente pensé “¿qué hace esta niña fresa en el escenario?” pero como nunca rechazo algo antes de escuchar, ver o sentir me dispuse expectante a ver qué haría. La verdad es que resultó ser sumamente simpática y hábil para conectar con el público. Sofía Niño de Rivera con pelo lacio, su delicada delgadez y su acento fresón comenzó a calentar al respetable con narraciones que de entrada sacaban risitas que se convirtieron a los pocos minutos en carcajadas sueltas, dijo que había dejado su carrera y había vendido su coche para dedicarse a la comedia… hizo bien porque sinceramente es buena. Le auguro mucho éxito y creo que la oportunidad de telonear “El pelón en sus tiempos de cólera” es una enorme plataforma para un camino largo que le espera y sé que recorrerá con éxito.
A las 8:30 de la noche, en lunes, en el teatro NH, se apagó la luz del lugar y apareció Héctor Suárez Gomís e intentaré narrar todo lo que este hombre me ha hecho pensar mientras reía y observaba a un ser humano dominar una de las más difíciles actuaciones que existen: interpretarse a sí mismo.
Héctor Suárez Gomís es personaje vivencial, actor superior que nos permite ver su corazón y la construcción de su identidad permitiéndonos proyectarnos en muchas ocasiones en sus anécdotas. Héctor es capaz de tomar nuestra historia colectiva, agitarla, hacerla suya, narrarla de manera personal, compartirla y sacudir nuestros recuerdos y sentimientos que lleva a la reflexión a través de su arte. Es grande.
Lo que Suárez Gomíz logra con su monólogo hace que nos sumerjamos en nuestros corazones e ideas, en nuestro diario actuar que las más de las veces es un vivir inconsciente que reproduce valores errados, una educación que criticamos y un esquema que repetimos y repetimos pese a que deseamos cambiarlos pero que nos permite ver sentados para reírnos de todo eso que acabamos haciendo a lo menso.
Debo confesar que la actuación que hace sobre su madre es impresionante, a mi me dejó boquiabierto y me sacó carcajadas por montones. Llegó el momento que me atrapó tanto que pensé que no pararía de reír y comenzaría a molestar a mis vecinos. Es que esos ojos tan abiertos y esas frases las recuerdo a cada rato y ya son hasta referencia para chistes con quien me acompañó. Héctor me renovó y no puedo dejar de decir tampoco que cuando actúa como su papá el tipo es magnánimo. Yo he visto muchas veces actuar a su padre y lo que logra el Gomís es verdaderamente estupendo. Me imaginó que debió ser muy fuerte para el papá dirigir el monólogo porque Suárez Gomís es fuerte, duro, sarcástico ácido y directo.
Había momentos en que me identificaba mucho con Héctor y en otras de pronto lograba verlo como niño en medio de dos adultos de personalidad muy definida que al ser en gran parte sus constructores de vida (más que dadores) lo forjaron de tal modo que le hicieron capaz de reírse de sí mismo, de nuestra cultura nacional y de toda una generación que crecimos como hijos de rebeldes a la histórica familia tradicional y tradicionalista que querían justamente cambiarla y acabaron haciendo lo mismo.
La intensidad de la actuación es bárbara, Héctor suda y suda por la entrega en el escenario mientras denota el dominio de sí mismo. Es actor seguro e inteligente. Rebasó a muchos que como él llegaron a la actuación queriendo ser famosos y se conformaron con eso. Este hombre me queda claro que es ya un actor superior.
Ver al “pelón en sus tiempos de cólera” debe ser más que una asistencia al teatro una posibilidad de disfrutar uno de los mejores shows de comediantes de pie y al mejor comediante de altura porque creo que Héctor es como el café, está ya en una montaña que subió con su propio esfuerzo, no se parece a lo que hace su papá, y que en esa altitud es capaz de brindar frutos de calidad que al llegar a nuestro paladar explotan con un dejo de acidez, con cuerpo, con toques dulces y suaves, cítrico y que te provoca pedir más mientras desata una reflexión positiva y desafiante.
Cuando Héctor lea esto quiero decirle que crecimos con más preguntas que respuestas, que seguramente eso que cuestionamos nos lo estaremos respondiendo ya en estos años en que más que zorros efectivamente lucimos como zorrillos pero que orgullosamente con esta edad se nos brinda la posibilidad de comprender mucho más y mejor al mundo. Un mundo que a veces parecía hostil o incomprensible pero que no es más un maravillosa universidad donde aprendemos mucho y crecemos más.
Me siento muy orgulloso de que haya actores como Héctor en México que puede representarnos en todos lados de manera inteligente, profesional, humana y contemporánea y si tú aún no vas a ver a Suárez Gomís en “el pelón en sus tiempos de cólera” me cae que te estás tardando, no puedes perderte esta posibilidad de ser, sentir, vivir y reír.
Pues definitivamente tendremos que ir, pues no podemos perder la oportunidad de verlo. Gracias por la reseña de tu agradable experiencia.
ResponderEliminarSaludos
Nuri Montagut
La fresona comediante no me hizo reír tanto como Gomís pero... nadie dijo que ridiculizarte frente a un público es fácil.
ResponderEliminarQue linda esta entrada :)
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