lunes, 21 de marzo de 2011

Ni un solo voto (Para Milenio)

(Los Posmodernos)

Manuel García Estrada


Vivimos según voces del primer mundo en el tercero y somos además llamados “cuarta región” y en muchas cosas ese concepto es irreal debido al desarrollo que tienen algunos sectores nacionales pero en donde se hace alarde de ese subdesarrollo es en la política.

Cada que acudo a San Lázaro a proponer o solicitar algo me topo con una variedad inmensa de posibilidades de actitud y trato, de choro y de acción. Es menos lo activo que lo inoperante y para muestra un botón: estuve la semana pasada en el Congreso viendo qué diputado querría que fundáramos bibliotecas en su distrito electoral, fui con ellos porque son legisladores que deben tener en su espectro de trabajo la gestión, el acuerdo interinstitucional y el poder servir de aliado a las posibilidades de crecimiento. A cada uno de los 500 legisladores se les habían enviado dos correos electrónicos para informarles de nuestro ambicioso programa de masificación de lectores pero el 90% de las personas con quien me entrevisté dijeron que no revisaban su bandeja de mails, otros aseguraban que la cuenta oficial sencillamente no es la que usan pero además de ese analfabetismo digital encontré una enorme cantidad de secretarias maquillándose, manipulando papelería que se notaba era para trabajos escolares de sus hijos, desinformación sobre dónde y qué estaba haciendo su diputado, programas de televisión para tontos y falta de ganas de servir a los demás.  De entre los asistentes particulares o asesores, aún no está claro cuál es la diferencia entre esos títulos, lo que más había eran sujetos alzados y prepotentes que se sentían más importantes que sus jefes.  De hecho en el caso de una diputada veracruzana la cosa fue peor, su asistente en el momento de ser cuestionado por su actuar se atrevió a decir: si te pones en ese plan no creo que lleguemos a nada. Es decir, hay que tratar bien al que te maltrata y hay que defender a la gente que supuestamente representan agachando la cabeza para que uno de estos achichincles no te cierre la puerta del jefe fregando a los niños de ese distrito electoral que podrían tener una biblioteca. Demasiada mamonería y mediocridad en un solo espacio. De eso estamos hartos. Sobre todo porque los sueldos que ahí se pagan son del erario público, nosotros tenemos todo el derecho no sólo de solicitarle algo a un diputado sino de exigírselo porque para eso quiso ser candidato y diputado, se alquila para servir, sonreír, realizar, lograr, acordar y tratar bien a los que lleguen a sus oficinas, para empezar.

La actitud y el buen trato deben de ser la norma en las oficinas de gobierno y cuando un ciudadano llame la atención de un servidor público, sea achichincle, chofer, secretaria, asistente, asesor o diputado, senador, gobernador, secretario o presidente de la república el funcionario debe disculparse porque es empleado de la gente, no tlatoani ni dios ni intocable. Los que están en el gobierno tienen sexo, defecan, orinan y comen… como cualquiera (con el perdón del respetable en mi pueblo se dice: comen, cagan y cogen). Nomás que a ellos prácticamente esas actividades las financia el pueblo con los impuestos porque acceden a muchas cosas que en sus existencias sin el cargo no tendrían.

Ahora que estamos ante las elecciones del 2012 nos debe quedar claro que Marcelo, Andrés o Enrique son exactamente personas comunes y corrientes que han logrado llegar a un lugar en donde no deben ser vistos como inalcanzables y en su ejercicio de gobierno deben ser vistos y tratados como cualquier ciudadano, porque ese rollo de que tienen una investidura que hay que respetar es una mentira. El respeto se gana, no se impone con una banda de gobernador, jefe de gobierno o “presidente legítimo”. Ellos son los que tienen que ser, de primera instancia, los educados y amables porque si de verdad desean servir deben hacerlo patente en su sentido social que inicia no en el populismo de los tres en un mitin sino en la manera en que se conducen con quien los busque o limpie la oficina con honestidad, de no hacerlo no merecen un solo voto.

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