sábado, 19 de marzo de 2011

Una madre.


Manuel García Estrada

Silvia pasa muchas tardes moldeando cerámica, sus trabajos son muy solicitados por las grandes personalidades de la ciudad. Sus mágicas manos son capaces de crear esculturas que pueden recibir en los hogares a los visitantes más delicados y exigentes que aprecian el arte objeto y demuestran la capacidad de quienes las adquiere de ser sofisticados y de buen gusto.

Silvia vive sola desde hace dos años cuando Nuria, su hija menor, dejó la casa para casarse con Adrián. Sus otros dos hijos son Alfredo y Alonso que dejaron el hogar familiar desde que montaron un departamento en la capital. La salida de los hijos estuvo marcada por diálogos que cimbraron a la madre, a la mujer y a la amiga de todos ellos.

Nuria decidió no tener hijos y Adrián tenía ya una bebé que había concebido con una amiga tiempo atrás llamada Naolli quien por su edad le pidió que le diera su genética y nació de ambos Nelly. Para Silvia la niña es una especie de nieta que le saca sonrisas cuando va de visita a ver a su padre que siempre ha estado cerca de ella.

Alfredo tiene 37 años y es un gran ingeniero civil que construye los más grandes puentes y presas del país, hace dos años que dejó a su hermano solo en el departamento porque se mudó con Antonio, un maestro de economía y política que escribe en revistas y trabaja en la universidad pública. Están a la espera de que salga un fallo a su favor para que puedan adoptar, cosa que a Silvia le emociona y le provoca pensamientos que jamás había tenido ya que viene de una estirpe exigente con historia documentada de cuatrocientos años. En su sangre corre el arte, la ciencia y la política, sus ancestros siempre se destacaron como ella ahora en lo que hace.

Nuria y Alfredo son los hijos más estables y maduros de Silvia, caso aparte es Alonso que vive de antro en antro, pinta, estudió comunicación y a sus treinta y cinco años aún sueña con estudiar más y viajar por todo el mundo. Trabaja en una compañía de publicidad y tiene sentimientos que su madre admira pero que siempre le ponen en descontrol, más cuando al quedarse solo quiso vivir con la madre una temporada. Estuvo intentando trabajar en la ciudad de Silvia pero un acontecimiento que jamás quedó claro para ella le hizo irse a la capital de regreso.

Una tarde de verano Silvia expuso una serie de piezas en la galería más famosa de la ciudad y al estar en el coctél le presentaron a muchas personas dedicadas al arte, la ciencia y al gobierno. Habían hombres y mujeres bellísimos que le trajeron a la mente la idea de una exposición sobre los humanos y la estética más hermosa. Tomó una copa de vino cuando su amiga Naila se acercó con un cuarentón de sienes platinadas, ojos azules, barba muy recortada y entre cana y de un cuerpo trabajado que le hizo sorber tan rápido que toció. ¿Estás bien? Le preguntó Naila si, sí, muchas gracias, se me fue de lado el vino, ¿cómo te va? ¿Te gusta la exposición? Comenzaron así la conversación y entonces Naila le presentó al galán él es Armando Dennís Mireau, escritor y mercadólogo. Armando saludó y le sonrió felicitándole por la muestra. La charla continuó por mucho rato hasta que la gente comenzó a despedirse, Silvia invitó a Naila y a Armando a su casa a cenar y ellos aceptaron.

La casa de Silvia es grande, está decorada con esculturas, pinturas, cerámica, tapetes, animales disecados, plantas de hojas grandes y de un brillante verdor y al centro de todo el inmueble hay un enorme tragaluz que tiene por piso helechos y piedras de río a los que les cae desde lo alto agua de manera  intermitente y suave a modo de aguaceroy tiene sostenidas por cadenas una serie de velas que la anfitriona comenzó a encender haciendo que la atmósfera cambie. Después de ello Silvia prendió el aparato de sonido del que se emitía un jazz suave que estableció el ambiente de manera total.

Mientras Armando veía  la obra de Silvia Naila dejó su bolso y su gabardina en un sofá y se dirigió a la cocina mientras decía que ayudaría a cocinar algo. Enseguida las mujeres comenzaron a cortar jamón y a untar quesos diferentes sobre hogazas de pan a los que le colocaron chorizos españoles, ajo, nuez picada, albaca, aceite de olivo, mayonesa casera y trocitos de salmón con pimienta. Tres enormes copas con vino tinto fueron colocadas en una charola que llevaba todos los alimentos que cargó Naila, Silvia llevó la botella del vino, servilletas e incienso con aroma de vainilla y dejando todo sobre la mesa de la sala invitaron al invitado a brindar.

Tras unas copas de vino y una conversación muy apasionada sobre el amor y su importancia en la vida los tres comenzaron a platicar sus decepciones y sentimientos. Naila y Silvia se rieron cuando hablaron de como alguna vez le robaron el marido a una vieja amiga que estaba muy amargada; ambas sedujeron al sujeto sin saber que lo hacían al mismo tiempo. Al final él dejó a la esposa y cuando comenzó a salir con ambas en momentos distintos se dieron cuenta del asunto y lo terminaron al mismo tiempo dejándolo profundamente solo ¡para que se le quite lo cabrón! Dijo Silvia y se ríeron ante la mirada maliciosa de Armando. Naila comentó que eso de todas maneras era malo desde la perspectiva de haberle quitado el macho a su ex amiga a lo que Armando intervino quitarle el marido a alguien no es malo, es un hobbie y soltando tremendas carcajadas los tres dijeron nuevamente salud. Enseguida después de pasar el vino Silvia detuvo la alegría en seco y cuestionó a Armando ¿cómo que hobbie? Osea ¿tu lo has hecho? ¿Le has quitado la mujer a alguien? Naila calló absolutamente esperando la respuesta. El  amigo contestó jamás, pero si le he quitado el marido a amigas y dio un sorbo. Los tres ríeron y de pronto Silvia se levantó para ir al baño. Cerró la puerta y se vio al espejo, ahí, sola, se comenzó a decir que siempre era lo mismo con los guapos que le gustan, todos son gay, se le salió una lágrima porque sin haberlo dicho había sentido el flechazo a favor de Armando. Pensó enseguida que lo mejor fue saber la preferencia del hombre ya que así no se ilusionaría y regresó. Acabó la velada con los tres muy contentos, Silvia habló de sus hijos y cuando llegó a Alonso Armando le dijo que alguna vez había hablado con él por chat pero que nunca lo conoció. Salieron de  casa de Silvia y ésta levantó los trastos, se cepilló los dientes, se vistió con la pijama y se acostó muy pensativa.

Esta mañana Silvia se levantó y llamó a Naila, comenzaron a platicar cuando de pronto se despidió intempestivamente, caminó a la sala, volteó a ver el retrato de Alonso y recordó que su hijo le había hablado de un hombre muy guapo que no llegó a conocer en persona y que le había parecido interesante pero cuando aquel sujeto no llegó a la cita que concertaron se sintió deprimido, por ello y después de intentar vivir en la ciudad de su madre optó por irse con la frustración sentimental de regreso a la capital. Ambos hablaron de que seguramente aquel tipo era un estúpido. Silvia se dio cuenta que el hombre que no quiso ver a su hijo era Armando y enseguida le llamó. Buen día Armando ¿cómo estás? Armando un poco sorprendido contestó que bien y no estaba acabando de hablar cuando Silvia preguntó Armando, no conociste a mi hijo porque no llegaste a una cita con él ¿por qué no quisiste verlo? Se hizo un silencio y entonces lo que escuchó le hizo derramar una lágrima porque cuando quise verlo le pregunté que qué esperaba de mi y me respondió que sólo buscaba sexo y que le daba igual con quien, que él “agarraba parejo” y cómo yo buscaba pareja sencillamente vi que él no era el hombre que buscaba otro silencio imperó osea ¿me estás diciendo que mi hijo simplemente quería coger? Mi hijo se enamoró de tí Armando pero no te lo dijo, es un tonto, después de que no llegaste mi hijo se la pasó triste sin salir de su cuarto hasta que se asomó para anunciar que se regresaba a la capital la voz de Armando resonó en el auricular lo lamento mucho, pero tu muchacho no me pareció viable pese a que me gustaba y gusta mucho, desde entonces yo no he tenido pareja y siempre veo sus fotos y he querido hablar con él pero no responde mis correos Silvia dijo que Alonso había cambiado hasta de correo y le pidió verse esa tarde y quedaron de encontrarse en un café del centro.

Tras la llamada Silvia dio vueltas por la casa y permitiéndose escuchar música clásica y pensando en toda la preocupación que tiene por Alonso se animó a llamarlo y cuando éste le contestó la madre sólo expresó Es hora de volver a casa Alonso extrañado le preguntó el porqué y ella respondió hijo encontré al hombre de tu vida. 

1 comentario:

  1. Ternura, verdad, comprensión, reconciliación.

    Gracias por ser luz y sombras, color y monocromía... un abrazo.

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