Manuel García Estrada
Si los hechos son los que deben darnos luz electoral nos queda claro que no existe en este momento un solo sujeto capaz de ser ni siquiera candidato a la presidencia de México entre todos los que son “factibles” para ello, según los partidos y algunos medios de comunicación.
Que sea el ciudadano inteligente y congruente el candidato a la presidencia. Que sea un justo que propicia justicia y que cuide al pueblo, que no lo reprima. Que sea demócrata y que sea valiente porque de qué sirve elegir a alguien que cree que el puesto es para ser “señorita simpatía”. Las vedettes políticas no sirven para ejercer el gobierno. Tampoco se necesita que llegue una nueva “administración” porque eso significa que todo está hecho y sólo hay que llevar los procesos a su eficiencia.
Son los intereses de los mexiquenses ambiciosos los más dañados por el actual gobierno ya que al no tener sustento para quien desean impulsar a la candidatura presidencial la posibilidad de pelear por Los Pinos se desmorona, máxime cuando un procurador no procura y que además, ahora, se le exige la dimisión porque sólo se hacen bolas los incapaces y negligentes.
México requiere una contienda en 2012 de gran calidad. El tiempo se ha perdido de manera impresionante y la fórmula pintada de muchos colores sabemos que no ha servido para nada porque si el PRI, el PAN o el PRD sirvieran de verdad este país ya no estaría lleno de pobres, contaminado, con injusticia e impunidad. Para los fascistas la cosa está peor porque los viejos valores derechistas y el ejército se han venido abajo de un modo tan brutal que el totalitarismo ha quedado extirpado de las naciones civilizadas.
No hay de otra. México debe ser democrático y llevar a las candidaturas 2012 personas capaces de sentir aprecio por los valores que nuevamente se imponen como populares y genuinos trás la caída del neoliberalismo y que son la autonomía, la soberanía, la vida republicana, la regulación de la economía por parte del Estado, la justicia, la libertad.
No hay peor ciego que aquel que no desea ver la realidad. Al neoliberalismo le pasó lo que a la luna le ocurre cada 28 días: al llegar a luna llena comienza a menguar. La depredación y el consumismo agonizan dejando para desgracia nuestra la contaminación de tierras, ríos y espíritus que creen que la promiscuidad, la infidelidad, la mercantilización, la destrucción de los bosques, la intervención del clero, la violencia contra los ciudadanos, las violaciones de derechos humanos son lo que “debe ser” para mantener el “orden”.
Andamos en busca de un estadista. De un sujeto, sea hombre o mujer, capaz de hacer lo que piensa y dice, de convocar a todos a la lucha por la nación mexicana para su desarrollo sustentable. Queremos un estadista que gobierne y que sea capaz de llevarnos al siglo XXI de manera científica, racional, respetuosa y que no se venda por dinero.
El dios del dinero será el más difícil de sacarnos de encima, mucho pesar tenemos por consecuencia de valorar las camionetotas, las marcas, las cuentas caras en restoranes que venden por un precio excesivo un par de papas con chuleta o los viajes a sitios superfluos y banales que propagan el vandalismo sexual y de drogas como Las Vegas. Pero aún pese a la fuerza del dios del dinero las aguas regresarán a su nivel y el daño causado por los neoliberales será subsanado. Tenemos la madurez y el corazón para hacerlo. Mientras tanto... ¿Quién para presidente?
@ManuelGarciaES en Twitter
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